martes, 6 de abril de 2010

Me gustaría...

Parece que este año con mi hijo lo empezamos "metiendo la pata" (esto es una metáfora, y aquellos que saben lo que nos ha sucedido, entienden a qué me refiero).
Y bueno, que una la meta de adulta, con conocimiento de causa y de consecuencias, vaya y pase, ya se es grande para afrontar todo lo que venga detrás de cada decisión.
Pero cuando se es adolescente, uno hace las cosas sin pensar para nada en qué va a suceder después; se vive el momento y punto.
De ahí viene el título de esta entrada, y está relacionado a cómo me gustaría poderlo proteger para que no "meta la pata", para que nadie lo lastime ni él lastime a nadie, para que su vida sea "perfecta", para que nunca le falte nada, para guiarlo a tomar buenas decisiones, para evitar que se dé la cabeza contra la pared, para avisarle de todas las consecuencias posibles que puede tener cada acción que realice...
Me gustaría verlo siempre con una sonrisa en el rostro, sin preocupaciones, sin sufrimientos, sin malos humores, sin lágrimas en los ojos, viviendo una vida de felicidad plena, donde todo se le tornara fácil…
Eso es lo que como madre me gustaría.
Pero la vida no es así; yo simplemente puedo guiarlo y tratar de brindarle mi mejor ejemplo.
Porque si todas las utopías anteriores fueran posibles, lo único que le estaría dando es una vida aburrida y le promovería el no crecer, puesto que para mí es claro que uno va madurando en la medida en que va aprendiendo y aprehendiendo de las experiencias de la vida. Más se crece en la medida en que uno es consciente de las consecuencias de sus actos (y se hace cargo de ellas, enfrentándolas), de que la culpa no es de otro, de que siempre hay que lucharla para salir adelante porque las cosas cuestan y nadie te las regala.
Sin embargo, cómo me gustaría protegerlo de todo… pero sé que no es posible y que le estaría haciendo más un mal que un bien.

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