martes, 28 de agosto de 2012

¿Cómo lidiar con un mal momento?

Creo que en muchas ocasiones el quitar dramatismo a las situaciones, puede ya ser un primer paso. De ahí que el título no sea ¿cómo lidiar con una crisis?; podemos verlo como algo un poco menos grave, como algo más pasajero, no sin dejar de tener en cuenta la importancia e intensidad que tiene para quien lo está viviendo.

Continuando, cualquiera de nosotros que esté en un “día no tan bueno”, precisa de quienes lo rodean algunas cosas esenciales que ayudarán a atravesar de mejor manera este estado, y hasta tal vez hacerlo un poquito menos intenso.

Aquí les dejo algunos elementos que me parecen importantes:
- Cariño: pero aquí no se trata de ahogar al otro, se trata de brindarle nuestro amor, nuestra compañía, de que el otro sepa que estamos ahí y que entendemos por lo que está pasando. Que pueda sentirse apoyado, contenido y acompañado en esto que está viviendo, pero respetando sus tiempos y sus espacios. Un abrazo, un “te quiero”, un “tu sabes que cuentas conmigo” pueden hacer una gran diferencia.

- Paciencia y tolerancia: diría que mucha pero mucha paciencia y tolerancia. En ciertos estados se suelen decir cosas que realmente no se piensan y no se sienten; sino que es una forma más de autocastigo, de seguir lastimándonos o reforzando nuestras creencias yendo contra el otro. Esto no significa que, por estar atravesando un momento especial, se tenga “vía libre” para decir y/o hacer cualquier cosa. Diría que lo que surja en esos instantes no hay que tomarlo como personal, y una vez que esté todo más tranquilo hablar cada uno desde los sentimientos, desde el corazón, habilitando a que el otro tenga la posibilidad de comprender qué es lo que nos pasó frente a la circunstancia, ya sea de uno u otro lado.

- Tranquilidad: la desesperación no conducirá a ningún lado. En general la persona ya se siente bastante mal como para agregarle otra carga más. Aunque internamente surjan los deseos de que esté bien ya, de que esto pase lo más rápidamente posible, de buscar soluciones urgentes; estos procesos no funcionan así. Debemos mantener la calma en medio de la tempestad, no agregando más peso al que ya tiene, ni intentar forzar al otro a que esté bien o no permitir que se exprese. Todo lo contrario, debemos tomarnos y regalarle al otro el tiempo, nuestra capacidad de escucha y nuestra empatía para que se reponga, aceptando el devenir de la situación, así como también el flujo de sentimientos, pensamientos y emociones.

- Estímulo y esperanza: debemos tener claro que esto es un momento y que esas sensaciones pasarán. Por ello, debemos evitar frases que hagan sentir mal al otro, como ser “otra vez mal”, “siempre igual”, “¿hasta cuándo vas a seguir con esto?”, ni ninguna similar. Todo lo contrario, debemos brindarle un hilo de esperanzas. Cuanto más oscura sea la noche por la que está atravesando, más debemos esforzarnos por ser la pequeña estrella que ilumine el camino hasta el amanecer. Palabras de ánimo, como “tú sabes que puedes”, “esto pasará y tú lo sabes”, “no estás solo”, ayudarán al otro a romper un poco con el estado en el que está, aún cuando parezca no escuchar o aún cuando no lo pueda ver así en ese momento.   

Todos podemos hacer una diferencia en nuestras vidas y en la del otro, simplemente es intentarlo desde el amor, la empatía y la tolerancia.