Continuando, cualquiera de nosotros que esté en un
“día no tan bueno”, precisa de quienes lo rodean algunas cosas esenciales que
ayudarán a atravesar de mejor manera este estado, y hasta tal vez hacerlo un
poquito menos intenso.
Aquí les dejo algunos elementos que me parecen
importantes:
- Cariño:
pero aquí no se trata de ahogar al otro, se trata de brindarle nuestro amor,
nuestra compañía, de que el otro
sepa que estamos ahí y que entendemos
por lo que está pasando. Que pueda sentirse apoyado, contenido y acompañado
en esto que está viviendo, pero respetando
sus tiempos y sus espacios. Un abrazo, un “te quiero”, un “tu sabes que cuentas
conmigo” pueden hacer una gran diferencia.
- Paciencia
y tolerancia: diría que mucha pero mucha paciencia y
tolerancia. En ciertos estados se suelen decir cosas que realmente no se
piensan y no se sienten; sino que es una forma más de autocastigo, de seguir
lastimándonos o reforzando nuestras creencias yendo contra el otro. Esto no
significa que, por estar atravesando un momento especial, se tenga “vía libre”
para decir y/o hacer cualquier cosa. Diría que lo que surja en esos instantes
no hay que tomarlo como personal, y una vez que esté todo más tranquilo hablar
cada uno desde los sentimientos, desde el corazón, habilitando a que el otro
tenga la posibilidad de comprender qué es lo que nos pasó frente a la
circunstancia, ya sea de uno u otro lado.
- Tranquilidad: la
desesperación no conducirá a ningún lado. En general la persona ya se siente
bastante mal como para agregarle otra carga más. Aunque internamente surjan los
deseos de que esté bien ya, de que esto pase lo más rápidamente posible, de
buscar soluciones urgentes; estos procesos no funcionan así. Debemos mantener
la calma en medio de la tempestad, no agregando más peso al que ya tiene, ni
intentar forzar al otro a que esté bien o no permitir que se exprese. Todo lo
contrario, debemos tomarnos y regalarle al otro el tiempo, nuestra capacidad de
escucha y nuestra empatía para
que se reponga, aceptando el devenir de la situación, así como también el flujo
de sentimientos, pensamientos y emociones.
- Estímulo y
esperanza: debemos tener claro que esto es un momento y que esas
sensaciones pasarán. Por ello, debemos evitar frases que hagan sentir mal al
otro, como ser “otra vez mal”, “siempre igual”, “¿hasta cuándo vas a seguir con
esto?”, ni ninguna similar. Todo lo contrario, debemos brindarle un hilo de
esperanzas. Cuanto más oscura sea la
noche por la que está atravesando, más debemos esforzarnos por ser la pequeña
estrella que ilumine el camino hasta el amanecer. Palabras de ánimo, como
“tú sabes que puedes”, “esto pasará y tú lo sabes”, “no estás solo”, ayudarán
al otro a romper un poco con el estado en el que está, aún cuando parezca no
escuchar o aún cuando no lo pueda ver así en ese momento.
Todos podemos hacer una diferencia en nuestras vidas y
en la del otro, simplemente es intentarlo desde el amor, la empatía y la
tolerancia.
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