sábado, 27 de marzo de 2010

Y seguimos creciendo juntos...

Quién dijo que ser madre de un adolescente era fácil?
Yo al menos estoy segura que no... y eso que recién empiezo a transitar por esa vía.
Mientras escribo esto, tengo 5 adolescentes disfrutando de un pijama party en un cuarto cercano. Aunque no son muchos, parecen más!!!
Pero saben qué? a mí me encanta ser madre de un adolescente (más allá de que no piense igual todos los días, jeje).
A pesar de que todas las etapas son disfrutables y tienen sus cosas especiales, para mí la adolescencia tiene aditivos impresionantes.
Es increíble la energía, las fuerzas, las ganas, el empeño que ponen para llevar adelante y lograr lo que ellos quieren; sus comentarios, chistes, espontaneidad, sinceridad y demás, son otras de las características destacables y que disfruto mucho. Además el poder conversar de otra manera, el abordar temáticas distintas, compartir ciertos momentos y actividades, yo qué sé, un montón de cosas...
Y todo esto tiene que ver con lo que hace 14 años sostengo: con mi hijo estamos creciendo juntos. Creo que no hay cosa más linda que aprender día a día de las enseñanzas de los más pequeños.
Es cierto que no hay una escuela para padres, pero mucho se puede aprender de los hijos, es sólo permitírnoslo.
En mi caso particular, he aprendido y sigo aprendiendo todos los días.
Pero pienso que la base fundamental para ello es aceptar los errores que cometemos, es bajarnos de ese pedestal de ídolos en que la sociedad nos coloca (por ser padres, por ser mayores, por tener más experiencia, por ser quienes los trajimos al mundo), es quitarnos el disfraz de sabelotodo, es dejar de lado la "perfección", es saber pedir perdón frente a la equivocación.
Nada de lo anterior quita autoridad, creo que añade humanidad, humildad y cercanía...
Aspectos fundamentales para una sociedad sumida en la locura de las corridas, de la inmediatez, de las distancias, del stress...

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